domingo, 14 de julio de 2013

Memoria (pasado); Arte (expresión del pasado en la constancia fugaz del presente).

Extinciones

Atravesó la noche de nuestro patio
Por un túnel de parras
Desprendió el otoño de las vides
Cayeron también los juguetes abandonados
Como la hojarasca, la herrumbre
Vibró en el miedo de los alambres
Y en mi lecho de oscuridad
Después, vi con el día su rastro
Ausente del paisaje territorial
Siempre anduvo en mis laberintos sensoriales
Asomándose al quicio de la memoria
Pero nunca supe de los elefantes americanos.

Qué mano telúrica los condujo hacia la muerte
Por qué no habitó como el jaguar
La límbica selva de Iguazú
Qué nudo de nubes bajó a la tierra
Desató las furias sobre la pampa
Se llevó la semilla por el surco
De la niebla errante
Y reverdeció en las antípodas del mundo.

Qué caos de panguea fragmentó
La tierra de las bestias
Esa ferocidad descomunal en que te perdimos
Noble trashumante que agitabas
Las copas de los árboles en que abrevabas
Cuyas sombras también han dejado este desierto.

Dejaste a su suerte al avestruz
En su nido de intemperies
Arrinconado al guanaco furtivo mineral
A los nidos del cóndor
Velando el mineral de la cordillera
Al huemul en las honduras de las montañas
Al tapir en su derrotero de tormentas del Iberá
Pero no quedó suelo para tu melancólico
Cuerpo matriarcal paleolítico
Esa mole gris sempiterna
Nos dejó sólo un vaho de recuerdos
Subió cuando bajó el hielo del norte.

Sólo aquel se alejó de la última manada
Atraído por luces y tinieblas
Resabios fosilizados de osamentas
De nuestra ciénaga.
¿Habrá caído por el barranco y se halla
Cubierto por los pantanos eternos
Y ahora surge de las cenizas de luna llena
Perdido el rumbo y en busca de sus apegos?

También la garza, el oso, el aullador
Regresaron a poblar los manantiales
Tras el colapso mesolítico
Hasta el mamut
Renació de los cimientos del tiempo
Pero no los elefantes americanos
Dicen que fueron tras la hierba
Acosados por la sequía
Acorralados por los glaciares
Desaparecieron…

Soñé con ellos pasando por la ventana
Lóbrega y barrosa la penúltima noche de mi niñez
El campo, aún mecía sombras de bestias trashumantes
Sacudió nuestro rancho de barro y silencio
El ultimo elefante americano
Turbio, cansado feral
Desbarrancó en la ciénaga
Sus huesos quedaron enterrados
Honrando esqueletos desconocidos
En la capa de olvido que cubrió el campo
Después…
Cuando el mundo también se hizo grande
Y otros hombres vinieron a poblar su tumba
El viento sopló esa luz originaria de osamentas
Nunca creí en los inverosímiles camellos de Enero.
Todos crecimos
Las huellas lo hicieron hacia el fondo de la memoria
La pobreza colonizó la tierra superficial

Entonces, yo también me fui.